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April 13, 2007
Season:
7
Episode:
11

Eric Kandel, investigador pionero de los mecanismos moleculares de la memoria, comentó una vez: "Somos quienes somos en gran medida por lo que hemos aprendido y lo que recordamos"[1] Si la materia gris forma la urdimbre y la trama de la biografía, la individualidad, la racionalidad y la capacidad creativa personal, ¿debemos concluir entonces que todo lo que podamos hacer para aumentar la función cognitiva nos convertiría en mejores personas?

La declinación gradual de la memoria durante el envejecimiento normal y los efectos devastadores de demencias como la enfermedad de Alzheimer[2] están poniendo de manifiesto la urgente necesidad de investigación de la base patológica de los trastornos cognitivos[3] y del desarrollo de medicamentos para preservar y mejorar la función de la memoria.[4] La cuestión de si tales medicamentos, a medida que se vuelvan disponibles, también deberían usados con el propósito de mejorar la cognición en personas sanas ha ocupado la vanguardia de la discusión neuroética.[5],[6] Si bien desarrollar terapias para mejorar la capacidad cognitiva en pacientes con amnesia o demencia es indudablemente una meta digna, no está tan claro si la sociedad o los individuos se beneficiarían de una nueva orientación farmacéutica que promete un mejor funcionamiento mental para los sanos.

Parte de lo que aprendemos lo encontramos en la ficción. Los lectores de los cuentos cortos de Sir Arthur Conan Doyle recordarán el famoso detective cuyo nombre es sinónimo de perspicacia. "Soy un cerebro, Watson", declaraba Sherlock Holmes.[7] Tal vez haya menos personas que recuerden que Holmes recurría ocasionalmente a la cocaína, que le parecía "estimulante y clarificadora para la mente".[8] En la época de Sir Arthur la cocaína todavía no había sido clasificada como una sustancia ilícita, ya que la seriedad de su potencial adictivo aún no había sido apreciada ampliamente. En realidad, había atraído considerable interés médico como un tónico en el tratamiento de diversas enfermedades.[9]

Las encuestas y cifras de ventas sugieren que cada vez más estudiantes y profesionales hoy están usando drogas estimulantes no adictivas más allá de sus indicaciones terapéuticas definidas con el propósito de mejorar su desempeño mental.[10] En los años venideros, los avances farmacéuticos podrán ofrecer "nootrópicos" (medicamentos diseñados para reforzar el poder cerebral) aún más potentes. A medida que aumenten su potencia los medicamentos disponibles, se intensifican sus implicaciones éticas. Mejorar la materia gris cerebral conduce inevitablemente a materias grises éticas. Propongo la siguiente terminología como una forma de clasificar a los nootrópicos en cuatro categorías de potencia, cada una de las cuales conlleva implicaciones éticas específicas.

En la categoría fizzle (chisporroteo/burbujeo/efervescencia) hay varias sustancias patentadas y suplementos de venta libre que dicen que mejoran la cognición pero sin evidencia objetiva definitiva. Los ejemplos incluyen el ginkgo biloba[11] y el piracetam,[12] que se ha demostrado que tienen cuando mucho un efecto ambiguo sobre la función cognitiva. Las cuestiones éticas pertinentes para las drogas fizzle tienen que ver con la veracidad de la publicidad y la necesidad de regulaciones para desalentar la explotación de pacientes vulnerables. Un principio guía es caveat emptor. [Nota del traductor: a riesgo del comprador]

En la categoría perk (gratificación/estímulo) están los estimulantes dietéticos leves como la cafeína. Si se ingieren con moderación, el café y el té son, para la mayoría de las personas, seguros, agradables y beneficiosos. Si se toma en exceso, la cafeína puede causar insomnio, ansiedad, palpitaciones y dolores de cabeza. La cafeína tiene una historia fascinante en muchas culturas. Las casas de café europeas, por ejemplo, reemplazaron la tradición anterior de las tabernas y se convirtieron en centros de discusión científica, literaria, filosófica y política, en los que participaban personas de diferentes clases sociales. La elegante costumbre del té de la tarde se retrotrae a la antigua China.

En la categoría jolt (sacudón) están las drogas recetadas que ejercen un efecto estimulante moderado. Los ejemplos incluyen el metilfenidato, el modafinil y las anfetaminas. Cada una tiene sus indicaciones médicas respaldadas por la investigación y aprobadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). En ocasiones, pueden hacerse recetas para indicaciones médicas menos claras, o los usuarios podrán obtener provisiones de medicamentos mediante farmacias en el exterior que publicitan en Internet o mediante recetas alteradas. La evaluación médica de los estimulantes se centra en temas de seguridad, ya que ningún medicamento carece de potenciales efectos colaterales y peligros para la salud.

En la categoría shock están los estimulantes aún más fuertes. Un ejemplo sería la cocaína intravenosa, cuyo uso legítimo está restringido por ley debido a sus destructivos efectos sociales y cognitivos crónicos. La cocaína es también un anestésico local, y así como la investigación ha brindado anestésicos locales más sensibles para su uso en procedimientos médicos, la investigación futura podrá producir estimulantes cognitivos focalizados altamente selectivos para funciones cerebrales específicas. La creación de medicamentos a medida capaces de producir estimulación cognitiva dentro de márgenes de costo y seguridad razonables, ¿satisfarán las inquietudes éticas restantes?

Aparte de las importantes cuestiones de seguridad práctica, las categorías jolt y shockplantean cuestiones éticas más profundas. Es necesario considerar lo que significa el objetivo de un mejor funcionamiento cerebral, por qué medios se lo buscaría y por qué podría ser deseable.

Los circuitos cerebrales que la medicación puede estimular artificialmente abarcan sólo un estrecho segmento de las muchas facetas de la inteligencia. ¿Acaso los medicamentos que estimulan un aspecto del pensamiento no podrían también reducir o suprimir otros aspectos del pensamiento y el sentimiento que valoramos como integrales al hecho de ser humanos? ¿Podrían las drogas que preservan los buenos recuerdos también reforzar recuerdos perturbadores o realzar la conciencia y reminiscencia del dolor?

Hay inquietudes éticas adicionales que son más sutiles pero tienen el potencial de transformar la sociedad. La dependencia de medicamentos para mejorar el desempeño mental podría erosionar las virtudes de la disciplina, el estudio, el esfuerzo personal y el compromiso.[13] La historia contaminada de los esteroides y otros medicamentos para mejorar el desempeño físico en atletas es aleccionadora con relación a la importancia de los principios de equidad en todas las formas de la competencia humana. En el corazón de la elección de mejoramiento está la cuestión de si la aspiración rectora es el florecimiento de comunidades humanas o la búsqueda de la perfección individual.

¿Qué significaría para la sociedad si el uso o acceso desigual a dichos medicamentos dividiera a las personas en "mejorados" y "no mejorados"? Si nuestros competidores académicos o comerciales lograran una ventaja de desempeño a través de la farmacología o si se demostrara que medicamentos estimulantes mejoran categorías medibles de aprendizaje o reducen errores en el lugar de trabajo, ¿seríamos realmente libres para escoger no "mejorar" nuestro cerebro? ¿Hasta donde debería propiciarse el mejoramiento mental?

En una era que admira el poder informático, existe la tentación de reducir el pensamiento humano a un valor instrumental. Sin embargo, el cerebro no es simplemente una máquina; es un enigma. Los paradigmas de la mente que enfatizan el desempeño cognitivo, si bien en algunas formas son útiles en la práctica, no pueden brindar una comprensión del propósito de la mente humana o de la dignidad de la persona.

Sherlock Holmes escogió sabiamente, no en su uso de cocaína, sino al preferir involucrarse en los desafíos más estimulantes del mundo real. "Mi mente", dijo Holmes, "se resiste al estancamiento. Denme problemas, denme trabajo, denme el criptograma más abstruso o el análisis más intrincado, y estoy en mi propia atmósfera. Puedo prescindir de estimulantes artificiales. Pero aborrezco la monótona rutina de la existencia. Añoro el apasionamiento mental".[14] El lector sagaz observará que Holmes recurrió a la cocaína no para mejorar su agudeza mental como detective sino para escapar del tedio de los momentos ordinarios de la vida. A pesar de su potente efecto estimulador, la cocaína demostró ser insatisfactoria finalmente.

Si bien el progreso farmacológico en la neurociencia cognitiva podrá mapear el cerebro, utilizar el flujo de neurotransmisores y medir el éxito realzando el desempeño mental, se requieren recursos adicionales para discernir el valor del pensamiento humano y los propósitos para los cuales conviene aplicarlo. La verdadera sabiduría reconoce que los problemas humanos no se deben principalmente a la finitud cognitiva sino a mentes defectuosas y caídas. Mejorar el poder cognitivo magnificaría tanto el logro humano como el error humano. Ninguna reestructuración de nootrópicos en el nivel molecular podrá separar este doble efecto de la biotecnología. Nuestras mayores necesidades pueden satisfacerse en última instancia no por estimulantes más fuertes sino por la gracia redentora del Salvador.

Referencias

[1] Arnst C, "I can't remember": Drugs to stave off age-induced memory impairment may be on the horizon. Business Week, September 1, 2003.

[2] Alzheimer's disease is one of the most burdensome neurologic conditions worldwide, with an estimated global prevalence of 24 million people that is projected to increase to 81 million by the year 2040. Ferri CP, Prince M, Brayne C, et al., Global prevalence of dementia: a Delphi consensus study. Lancet 2005; 366(9503): 2112-2117.

[3] Kandel ER. The molecular biology of memory storage: a dialog between genes and synapses. Bioscience Reports 2001; 21(5): 565-611.

[4] Lockhart BP, Lestage PJ. Cognition enhancing or neuroprotective compounds for the treatment of cognitive disorders: Why? When? Which? Experimental Gerontology 2003; 38(1-2): 119-128.

[5] Cheshire WP. Drugs for enhancing cognition and their ethical implications: a hot new cup of tea. Expert Reviews in Neurotherapeutics 2006; 6(3): 263-266.

[6] Chatterjee A. Cosmetic neurology: the controversy over enhancing movement, mentation, and mood. Neurology 2004; 63(6): 968-974.

[7] Doyle AC. The Adventure of the Mazarin Stone. In: The Complete Sherlock Holmes. New York: Gramercy, 2002, p. 433.

[8] Doyle, The Sign of Four, p. 11.

[9] Brain PF, Coward GA. A review of the history, actions, and legitimate uses of cocaine. Journal of Substance Abuse 1989;1(4):431-451.

[10] Cheshire WP. Drugs for enhancing cognition and their ethical implications: a hot new cup of tea. Expert Reviews in Neurotherapeutics 2006; 6(3): 263-266.

[11] Burns NR, Bryan J, Nettelbeck T. Ginkgo biloba: no robust effect on cognitive abilities or mood in healthy young or older adults. Human Psychopharmacology 2006; 21(1): 27-37.

[12] Solomon PR, Adams F, Silver A, Zimmer J, DeVeaux R. Ginkgo for memory enhancement: a randomized controlled trial. Journal of the American Medical Association 2002; 288(7): 835-840.

[13] President's Council on Bioethics. Beyond Therapy: Biotechnology and the Pursuit of Happiness. Dana Press, 2003.

[14] Doyle, The Sign of Four, p. 40.

El contenido es este artículo no refleja necesariamente las opiniones de CBHD, su personal o sus adherentes. Se concede el permiso para reimprimirlo siempre que se haga referencia a The Center for Bioethics and Human Dignity y la dirección de Internet de este artículo.

Los puntos de vista expresados aquí corresponden al Dr. Cheshire y no reflejan necesariamente las posiciones de Mayo Clinic o Mayo Foundation, USA.

Este artículo apareció originalmente en Ethics & Medicine: An International Journal of Bioethics Volume 23 Issue 1, Spring 2007. Usado con permiso.